tu llegaste
en la encrucijada de aquel invierno fatal
lleno de tormentas y vientos con la furia del mar
llegaste vendido en tu esfuerzo, no podías mas
solo tenias aliento para poder respirar
me miraste con esos ojos hundidos pero serenos
de que tenias claro que igual tu ser se iba con el
eterno
no lloraste por fuera pero si por dentro
tu cuerpo no te respondía y tu estabas en silencio
la dama de negro zumbaba en su siseos alrededor
nuestro
alargando su mano a tu encuentro arañaba la mañana
te recogí en mis brazos frágiles pero tiernos
donde apoyabas tu cabeza llena de salitre seco
que el sol te fue abrasando con el tiempo
tu cuerpo húmedo tu boca seca y el alma brillante
en un dia de tinieblas el mar te trago a la arena
tu llegaste en un dia en el cual nadie salio
solo una bella dama que te mando tu dios.
Valentín Bartolomé Fernández
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